«Comencé a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones (que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir y a ellas les hacía devoción; después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas); y tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto otras personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que le son devotas de nuevo experimentando esta verdad».
Los redactores de Cristiandad quieren expresar en estos momentos su plegaria y su entrega confiada al Patriarca y Patrono de la Iglesia, para esperar de su protección todas las cosas.
Que nuestro pueblo se libre de las asechanzas de quienes quieren destruir su fe, su alegría cristiana y su paz. Que la humildad y el espíritu de pobreza, la confianza filial en Dios Padre y la fe en su Palabra, nos salven hoy de la corrupción del materialismo hedonista que nos domina y del que aspira a la conquista del poder político. Que se salve milagrosamente, por el milagro sencillo de la fe cristiana y del sentido común vivificado por aquélla, la fe de los profesores y estudiantes en todos los niveles. Que no se destruya la familia y se renueve la comprensión cristiana del matrimonio y de la fecundidad conyugal. Que los católicos españoles encuentren la unidad y la alegría en la pureza de la fe ortodoxa, bajo una Iglesia jerárquica en la que brille la luz de Cristo no obscurecida por el humo de Satanás.
FCV, Cristiandad 541 (marzo de 1976) 65