La doctrina de san Luis María Grignion de Montfort sobre san José merece ser atendida por los devotos del santo Patriarca. Él fue el gran apóstol de la espiritualidad que afirma la esclavitud de amor hacia María como la forma más perfecta de cumplir en nuestra vida las promesas del bautismo. Juan Pablo II, en su reciente encíclica sobre la Madre del Redentor, se refiere a este santo y a su doctrina en forma singularísima, y alienta a los fieles a vivir en nuestros días su espiritualidad.
Ahora bien, se ha escrito que «debería estimarse por defectuosa una forma de devoción a Nuestra Señora que prescindiera de la devoción a san José. Históricamente puede comprobarse que los servidores apasionados de Nuestra Señora fueron, al propio tiempo, servidores fidelísimos del Patriarca».
Es, pues, importante conocer qué sintió acerca de san José san Luis María Grignion de Montfort. Para hacerlo vamos a escoger hoy algunos versos de su cántico En honor de san José esposo de María.
«El humilde José es poco conocido…, pero arrebata a los bienaventurados: ¡que se una la tierra a los cielos, que todo le glorifique!.
Esposo de la Reina de los cielos, admirable privilegio, gloria incomparable. El Padre Eterno os ha tomado… para ser su vicario. Llevaste sobre vuestro seno a quien tiene en su mano todas las cosas».
El Santo nos invita a contemplar la ternura filial de Jesús Niño hacia José:
«¡Quién le hubiera visto acariciaros, sonreíros y abrazaros con amor extremado! Sus sonrisas os llegaban al corazón… y vos le decíais por vuestra parte: Mi querido Hijo, os amo».
El cántico se dirige después a hacer resaltar, con expresiones de inaudita energía, la suma humildad de José:
«Vuestra humildad os llevó a guardar silencio, a colocaros siempre en el último lugar, a vivir como un pobre carpintero, y a parecer como un pobre ignorante sin capacidad, sin talento, sin distinción y sin prudencia.
Pero cuanto más os habéis rebajado, tanto más Dios os ha ensalzado, junto a Él en su gloria».
Nos va a hablar ahora de los privilegios inmensos del patriarca José en el orden de la salvación. Asociado a Cristo y a María en la humilde obediencia a la voluntad divina para el cumplimiento de los designios salvadores, José nos es presentado por san Luis María Grignion de Montfort como un intercesor universal y omnipotente.
«Vuestros méritos son sorprendentes, vuestros privilegios son muy grandes…, el mundo, e incluso el purgatorio, están llenos de vuestros favores.
Nunca se os ruega en vano. Como asegura Teresa vuestro crédito es soberano. Vuestro hijo es Dios glorioso, vuestra esposa es Reina de los cielos, al rogarles les mandáis, si vos lo pedís está todo hecho. ¡Oh poder sin medida!».
Recordando la autoridad de santa Teresa de Jesús, el gran apóstol mariano afirma en verdad la «impotencia suplicante» y la «intercesión universal» del patriarca José ante su esposa y su divino Hijo. Son claras las consecuencias que para nuestra vida espiritual hemos de sacar de esta verdad. El santo obispo Torras i Bages afirmaba que la devoción a san José no puede ser entendida como una «amistad particular», diríamos opcional, como las de los demás santos: «Con María y José no hay amistad particular; cualquier cristiano que ame la perfección debe tenerlos dentro de su corazón».
Todavía en el cántico de san Luis María Grignion de Montfort encontramos otro precioso pensamiento, expresado éste dando la palabra a san José, que se dirige a los cristianos y les exhorta así:
«Tratad de ser en todo los últimos, tratad de ocultaros, y de crecer en Jesús y María. Buscad lo que el mundo rehúye. Huid de todo lo que el mundo busca. No tengáis otro regla sino la fe, para poder alcanzar la bienaventuranza imitando mi vida».
Francisco Canals Vidal,
La Montaña de san José (septiembre-octubre de 1987) 2-3