La gran maestra de la infancia espiritual y del abandono en los brazos paternales de Dios, santa Teresita del Niño Jesús, expresó delicada y sugestivamente su ideal de entrega confiada diciendo que quisiera ser como «una pelotita» con la que pudiese jugar Jesús Niño.
La metáfora sugiere una total pasividad, una disponibilidad en la que toda la iniciativa está de parte de Dios, y en la que el alma escogida por el amor misericordioso acepta sin resistencia, deliberaciones ni cálculos la acción de Dios sobre ella.
Me parece que podría decirse que el patriarca san José, si acertamos a contemplarlo en la auténtica perspectiva tomada de los textos evangélicos, se nos presentará como un modelo perfecto de abandono total en manos de la divina Providencia.
José, «hijo de David», recibe por mensaje angélico el anuncio de que se ha cumplido ya en su esposa, María, la profecía: «Una virgen concebirá y dará a luz un Hijo, cuyo nombre será Emmanuel». La fe y obediencia de María expresadas en sus palabras: «He aquí la esclava del Señor», habían dado paso a la virtud del Espíritu Santo, y así se obró la Encarnación redentora, por designio divino, con el consentimiento de la que iba a ser Madre de Dios, y que, de algún modo en nombre de toda la humanidad –como nota santo Tomás de Aquino– consentía al envío del Hijo de Dios al mundo.
Pero la Virgen escogida estaba desposada con José, y ella misma dice al Ángel que «no conozco varón». La tradición cristiana ha visto siempre en este hecho la constancia de un mutuo consentimiento en el matrimonio virginal. Pero el virgen esposo de la Madre virgen recibe el anuncio del misterio cuando ya Dios se había anticipado y habitaba el Verbo en las entrañas de su esposa. San José, creyente y obediente desde su fe, acepta el misterio, y recibe a María como a su esposa, y acepta el encargo de poner el nombre al Niño concebido por obra del Espíritu Santo.
Como nota san Juan Crisóstomo, poner el nombre es misión paterna. José acepta, siguiendo la iniciativa de Dios, a ser padre para quien llama en verdad y propiamente Padre al Dios eterno cuyo Hijo es.
José tiene que vivir después los días de la circuncisión, y de la presentación en el Templo, donde recibe la bendición de Simeón y oye el anuncio de los dolores de la pasión de María; de hecho se le dice, sin decirlo, que él mismo morirá antes de la vida pública y el sacrificio redentor de su divino Hijo.
Después de presenciar la adoración de los pastores, por el anuncio de los ángeles, y la de los Magos con sus misteriosas ofrendas, José tiene que aceptar el hecho, humanamente incomprensible, de que el Salvador y el Mesías-Rey, tiene que ser salvado de la persecución de Herodes por su solicitud de esposo y padre de familia en la huida a Egipto.
En cada mensaje angélico ocurre lo mismo: san José no dice nada, ni pregunta, ni responde con palabras; el Ángel nada le dice sobre el futuro, sino en cada caso sobre lo que Dios quiere que José haga en aquel momento. Cuando va a Egipto no sabe cuándo volverá; cuando vuelve de Egipto no sabe a donde irá. Finalmente va a Nazaret, la aldea de María, de la que los contemporáneos pensaban que no podía salir nada bueno, y de la que Dios quiso que, por Jesús, María y José, saliera para el mundo todo bien.
José es «varón justo», y «el justo vive por la fe». La fe y obediencia de María, por las que se restaura lo perdido por la incredulidad y desobediencia de Eva, se expresan con sus palabras y sus obras. José, como leemos en el texto del apóstol Santiago que incluye la Liturgia de las Horas en el «responsorio» del Oficio de lectura de la solemnidad del día 19 de marzo, «manifestó su fe con las obras».
José ante el anuncio de los designios de Dios, no habla, sino que oye, cree silenciosamente y obra. Su confianza ilimitada, entregada, sin deliberación ni proyecto humano, nos lo presentan a nosotros como ejemplar y modelo de aquello que santa Teresita anhelaba ser: alguien totalmente disponible para que se cumpla en él los designios y las iniciativas de Dios.
Francisco Canals Vidal,
La Montaña de san José (enero-febrero de 1988) 5-6