La grande mística Doctora, santa Teresa de Jesús, impulsó la confianza y devoción hacia el patriarca san José, hasta el punto que puede decirse que unas palabras suyas, contenidas en el cap. 6 de su Libro de la vida, han tenido eficacia singular y excepcional en la historia de la presencia de José en la vida del mundo católico desde que fueron escritas. Ella sola hizo más que muchos teólogos, escritores y predicadores, y el movimiento suscitado por ella en el Carmelo reformado, y en cuantos siguieron su impulso, marcó la nueva época de la presencia de josefina en la vida cristiana.

En la eficacia de su mensaje conviene destacar un punto especialmente práctico: Santa Teresa nos exhorta a orar a José, a poner nuestra confianza en el poder de su intercesión. En la vida de oración se pueden destacar diversos aspectos, entre ellos, la adoración a Dios, acción de gracias, la búsqueda de la unión contemplativa; pero la dimensión de súplica, de petición, de apoyo en el poder divino y de confianza en su misericordia y en su Providencia, benefactora de todas nuestras necesidades, no puede ser nunca olvidaba.

Santo Tomás de Aquino, al tratar de la oración, se centra casi exclusivamente en esta actitud de petición y de súplica; y la afirmación de san Alfonso María de Ligorio: «el que ora se salva y el que no ora se condena», ha de entenderse muy principalmente de esta humilde petición y súplica dirigida a Dios.

Santa Teresa, que propone a José como «maestro de oración», insiste en llevar a los que la leyeren a la confianza absoluta en el poder intercesor del glorioso Patriarca. Estas líneas no quieren ser sino un eco y repetición de aquel mensaje. He aquí las palabras de santa Teresa de Jesús:

«A otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas…El Señor… en el cielo hace cuánto le pide.
»[…] Pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción».
El día en que un cristiano se convence prácticamente de la verdad de este mensaje de santa Teresa, señala un momento decisivo en la orientación de su vida hacia la felicidad en el tiempo y en la [eternidad]. Con santa Teresa pido a Dios «que lo pruebe quien no me creyere».

Francisco Canals Vidal,
La Montaña de san José (marzo-abril de 1989) 1