En una reunión reciente de la Sociedad Iberoamericana de Josefología el ilustre teólogo carmelita José Antonio Carrasco sugirió: «sería un triunfo de esta Semana de estudios que la paternidad mesiánica se impusiera poco a poco en el mundo católico».

Apoya su sugerencia en los estudios del teólogo italiano Tarcisio Stramare, que ha afirmado que la paternidad de san José, por pertenecer al orden de la Encarnación, ha de ser nombrada como con su propio nombre con este calificativo de mesiánica.

Es decir, san José, descendiente de David y elegido por Dios como verdadero esposo de la Virgen Madre del Emmanuel, que había sido prometido como descendiente de David y de Abraham, tuvo en la salvación del mundo una función semejante, pero de más excelencia y de mayor proximidad al Mesías, el Hijo de Dios salvador del mundo, a la de los antiguos Patriarcas, «de quienes descienden en lo humano Jesucristo que es Dios bendito por los siglos». Los teólogos josefinos, advirtiendo que el generalizado término «padre putativo» no significa propiamente la realidad de la relación de José con Jesús, sino que sólo menciona lo que era común opinión de los hombres ignorantes del misterio de la venida en carne del Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, vienen buscando denominaciones que no minimicen la función verdaderamente paternal de José hacia Jesús, y que la expresen en su eminente y misteriosa realidad.

La verdadera relación conyugal con María, la Virgen Madre de Dios, Madre del Mesías que es Dios con nosotros, hace que José, como afirmó Suárez, pertenezca con María al orden hipostático, al orden de la entrada en el mundo humano del Hijo de Dios. Esta pertenencia de la función de José al servicio de la Encarnación redentora es la que aquellos insignes teólogos sugieren que podría expresarse llamando a José «padre mesiánico».

La sugerencia parece muy fundada y penetra profundamente en la dignidad de José. En el fondo es este mismo pensamiento el que, con un término ya usual en el lenguaje del pueblo cristiano y en tantos textos del Magisterio eclesiástico, se dice al llamar a José Patriarca.

El glorioso Patriarca, en quien se realizaron las promesas divinas hechas en otro tiempo a Abraham, Isaac, Jacob y David. José es la cima de los Patriarcas antiguos, y el Patriarca del nuevo Israel, que tiene solicitud paterna de la Iglesia.

Francisco Canals Vidal,
La Montaña de san José (septiembre-octubre de 1991) 10