Dos amigos muy queridos, sacerdotes que me traen el recuerdo de los primeros años de la barcelonesa «Casa de Santiago», me han hecho llegar un papel redactado en la República Dominicana, en el taller de oración de unos «Encuentros matrimoniales».
En este papel se habla de José el carpintero. Él es el más grande no-protagonista de la historia, el que empieza por no ser ni apóstol, ni mártir, ni profeta, ni obispo, ni diácono, ni seglar carismático. En verdad, en la vida de José no se habla de «palabra de sabiduría», «don de lenguas», o de cualquier otro de los carismas descritos por el apóstol Pablo.
José, se dice en el mencionado y admirable papel, nos puede convencer a nosotros de que se [puede] ser útil, fiel, efectivo… hasta héroe, siendo no-importante.
¿Cómo se hace –hemos de preguntar a José– para darlo todo sin ser protagonista, y a pesar de ello, sentir una paz íntima y una felicidad profunda?
José, si le preguntásemos esto, no nos daría una conferencia sino que sonreiría y seguiría trabajando.
Porque el secreto de José, el Patriarca, el padre de familia en la casa de Nazaret, el esposo de la Virgen Madre de Dios, el que tiene la misión paterna confiada por Dios Padre respecto de su Hijo hecho hombre, el protector de la Iglesia universal, no es sino el cumplimiento obediente y fiel de la divina voluntad.
Y esto es, para todos, lo esencial en la vida de la santidad a que todos somos llamados.
Francisco Canals Vidal,
La Montaña de san José (marzo-abril de 1992) 10